6 de diciembre de 2024
Quién es Quique Mansilla, el argentino que corrió contra Ayrton Senna y protagoniza un capítulo de la serie

Debutó y en solo dos años se subió a un McLaren, aunque la Guerra de Malvinas le impidió llegar a la Máxima. De una vida acomodada en Estados Unidos, a sufrir un secuestro en medio de la Guerra Civil de Liberia y buscar oro en una mina para sobrevivir
-¿Cómo llegaste a correr en Inglaterra?
-¿Cuál era el trato con Senna?
-Ayrton no era más rápido que yo, pero él tenía más experiencia y a su talento le sumó sus mañas. No sabía perder e incluso en una carrera en 1981 -¿Cómo fue el día que te agarró del cuello?-¿Qué te llamaba la atención como piloto?
-¿Y qué fue lo que más te sorprendió?
-Tenía una mentalidad muy fuerte y también mucho espíritu de lucha. Su estilo de manejo era avanzado y con la habilidad de manejar con una mano. Para él no había ningún piloto en la tierra que pudiera manejar mejor. Y con piso mojado no había con qué darle. Es más, aprendí a manejar bajo la lluvia gracias a él. Aunque puedo decir que le gané a Senna, al menos, en algunas carreras.-Luego de aquella época casi que perdimos el contacto, pero mantuvimos nuestros números telefónicos. Me llamó para mi cumpleaños en 1994 (tres meses antes de su muerte), cuando el tipo era ya el mejor de la Fórmula 1. Como él sabía que yo había dejado de correr por un tiempo y me fui a buscar oro a África, me dijo ‘cómo estás Cocodrilo Dundee’. Al menos por teléfono nos volvimos a reír, como en los viejos tiempos, pero abajo del auto.
Hacia fines de 1981, Mansilla estaba afincado en Gran Bretaña, donde aparte de su pareja hizo varios amigos que hoy conserva. Para 1982 arregló su ingreso a la Fórmula 3 Británica, que era una de las categorías antesala a la F1. Con el retiro de Carlos Alberto Reutemann, el 28 de marzo, Quique se ilusionó con ser uno de sus sucesores. Pero a 8.000 kilómetros se desató una guerra…-Cuando ocuparon las islas nos congelaron las cuentas bancarias a todos los argentinos. Me dejaban sacar 500 libras por semana, que era un monto importante para vivir, aunque me generaba un problema para pagarle al equipo la atención por carrera. El asunto se complicó cuando desde la Argentina le impidieron a mis patrocinantes enviarme el dinero. Tuve que pedirles que mandaran la plata a un banco en Francia y cada vez que necesitaba guita me tenía que ir un día a París. Ellos no me daban dinero, sino Travelers Cheques, y en lugar de darme uno de 1.000 dólares me daban uno de 20 o 50 y entonces me pasaba el día firmando todo dos veces. Con eso iba al banco mío en Inglaterra, ellos les daban cheques al dueño de mi equipo, Dick Bennetts, y así le pagaban a sus proveedores. Hasta que por los problemas que había en el país ya no recibí más plata, me compliqué mucho. Sin presupuesto recién confirmaba mi presencia un día antes de cada carrera. Por eso perdí el campeonato de la Fórmula 3 Británica.
-¿Es cierto que en las carreras no estaba la bandera de Argentina?-¿Cómo se dio la prueba con el McLaren de F1?
Eso fue entre 1982 y 1983, cuando en la Argentina comenzó lentamente a producirse la salida de la dictadura y el regreso de la democracia. La crisis económica era profunda y conseguir fondos para correr en la F1 era imposible. No obstante, Quique forjó en Europa un rol comercial que le sirvió para edificar un plan de trabajo con el fin de tener la chance en 1984, con Lotus. Su proyecto fue muy interesante, aunque no consiguió un centavo desde la Argentina.
Y agrega: “La otra posibilidad fue con Lotus. El dueño del equipo en el que corrí en la Fórmula Ford, Van Diemen, era concuñado de Colin Chapman (el dueño de Lotus). Su principal sponsor era John Player Special y como la British American Tobacco quería traer esa marca a la Argentina, me contacté con Nobleza Piccardo. La idea era promocionar el producto con un piloto argentino. Les gustó la idea, pero tampoco logré el presupuesto”...
Para 1984 metió el cambio y se fue a los Estados Unidos para competir en Can-Am, una categoría de autos de fórmula. En 1985 compitió tres carreras en la IndyCar y su mejor resultado fue un noveno puesto en Road America. En 1986, con 28 años y sin el dinero suficiente para competir en el primer nivel, se retiró. Sin embargo, su espíritu emprendedor lo llevó a quedarse en Estados Unidos y empezar con el negocio de los autos. Rehízo su vida y en lo económico se afianzó. Hasta que llegó otro volantazo…
-¿Ahí es cuándo te secuestran?
-¿Cuánto tiempo te tuvieron de rehén?
-¿Y ayudaste a escapar a una refugiada?
Quique regresó a su Lanús natal, donde se puso un taller. Después volvió a correr de forma esporádica en el TC y en el Top Race, hasta que decidió tomar el rol de empresario para seguir ligado al automovilismo. Formó la firma Global Race S.A. que se encargó de la Porsche GT3 Cup Argentina, una categoría similar a la que era partenaire de la F1 hace unos años en algunos circuitos. En lo personal se casó y tuvo dos hijos, uno de ellos, Dorian, quien también es piloto.
-En 1981 fui al Gran Premio de Bélgica, el último que ganó Reutemann. Lo conocí y me dijo “mirá que lo de Europa es duro y nuestra gente es complicada”. ¿A qué se refería Lole? A que más allá de la falta de presupuesto, para que nuestros pilotos corran afuera y que hoy los costos de la F1 son imposibles para nosotros, hay una competencia interna absurda. Los argentinos no nos ayudamos. Los brasileños son diferentes, ya que por ejemplo a Senna lo llevó Chico Serra y tuvo recomendaciones de Emerson Fittipaldi. Después Ayrton le dio una mano a Maurício Gugelmin. Los argentinos si nos podemos cagar, nos cagamos. Por eso ante la falta de recursos quise seguir un camino diferente para mi hijo. También ayudar a otros, prepararlos y exportar pilotos para Europa. Que puedan vivir del automovilismo en el exterior y cambiar el paradigma: no todo es Fórmula 1.